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Amazonía

Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar por ellos, quien sabe escucharles, aprende la verdad. No predican doctrinas y recetas; predican indiferentes al detalle, la ley primitiva de la vida. Herman Hesse

La selva Amazónica abarca 6,7 millones de km2 repartidos entre 9 países y alberga 40.000 especies de plantas, 3.000 de peces y 1.300 de aves. La Amazonía Peruana es una de las regiones de mayor riqueza biológica del mundo y es una de las Siete Maravillas Naturales de la Tierra.

La salud del cuerpo humano depende de que todos sus sistemas y órganos funcionen de un modo equilibrado, lo mismo sucede con el planeta. Las últimas investigaciones de Antonio Nobre, investigador del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazonia (INPA)[i] señalan que la selva Amazónica no sólo es el pulmón de la Tierra sino que también es el corazón, hígado, riñones…

¿Qué está pasando con la Amazonia? Le estamos quitando órganos al sistema terrestre. Los árboles amazónicos son bombas que lanzan al aire 1.000 litros de agua diarios. La sacan del suelo, la evaporan y la transfieren a la atmósfera. Esa bomba biótica es un corazón que constantemente bombea. Los chorros verticales o “el polvo de hadas”, son olores que salen de los árboles y que en la atmósfera húmeda se oxidan para precipitar un polvo finísimo que es muy eficiente para formar lluvia. También funciona como una escoba química frente a contaminantes. El mejor aire es el de la Amazonia.

Son los habitantes de la Amazonia los mayores conocedores de su potencial. Sabiduría milenaria que se pierde a ritmos tan alarmantes como los de las selvas mismas.

Como dice el Maestro Guillermo Arévalo, en un artículo  de Martha Meier publicado en el Diario el Comercio de Lima, titulado  Plantas para la Vida[ii],

muchas sustancias de podrían ser beneficiosas para nuestro mundo occidental se dan en el mundo vegetal, todas ellas nos ofrecen la oportunidad de entender mejor nuestro planeta y a comprendernos mejor a nosotros mismos. Todas las cosas están aquí con un propósito, y cuando los seres humanos las exploran ellos devuelven información y obsequios a los humanos. La verdad es que la tierra está esperando que los seres humanos descubran esos milagros vivientes.

Los productos naturales han sido llamados los gigantes durmientes de la industria farmacéutica. Una de cada diez especies de plantas contienen compuestos con alguna propiedad medicinal.

A lo largo de los siglos la Etno-Botánica ha ido descubriendo los misterios del universo, las propiedades y los diversos beneficios que ofrece y encierra la naturaleza, específicamente su Fauna y Flora. Pero la política de desarrollo, en sus múltiples fines ambiciosos, ha convertido al hombre en un ser que desafía y destruye la naturaleza.

Alrededor del mundo, cada vez que compramos una medicina existe un cincuenta por ciento de probabilidades de que le debamos sus componentes a los organismos silvestres.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que, en el Tercer Mundo, hasta el ¡80 por ciento de la población! depende de la medicina tradicional. Así, la salud de millones de mujeres, hombres y niños en los países menos favorecidos está directamente vinculada a los «remedios» que brinda la madre naturaleza. Allí, donde la medicina moderna no llega o no goza de aceptación; allí, también, donde la pobreza es grande, la gente recurre se recupera gracias a las «plantas medicinales».

Cada día, además, son más las personas que al no hallar respuesta en otros tratamientos vuelven su mirada hacia los métodos ancestrales de curación. En el mismo lugar de la Tierra donde existe un veneno mortal, existe también un exacto contraveneno, y del mismo modo que se engendran las enfermedades se produce la salud. La naturaleza posee, en efecto, una industria cierta para la curación de cada enfermedad. Ello quiere decir que entre el hombre y las cosas externas hay siempre un acuerdo, que hace que se convengan y se ayuden entre sí.

Los verdaderos poseedores del conocimiento y usuarios directos de estas riquezas naturales nunca ven los beneficios. Otros se llevan los créditos, los aplausos y los beneficios económicos. Hay que dejar clara evidencia de «quién es quién en el bosque». Las voces de los indígenas deben ser escuchadas. Sabiduría que debe tomarse en cuenta al tiempo de discutir el futuro del vasto territorio amazónico. Nadie, como estas mujeres y hombres para revelarnos las particularidades de un ecosistema que nunca dejará de asombrar, por su riqueza y diversidad.


[i] El polvo de hadas de la Amazonía  http://elpais.com/elpais/2014/08/14/planeta_futuro/1408010925_555437.html

[ii] Plantas para la Vida http://www.ecologiaaldia.com/mmmq/g95_plantasparalavida.htm